Esta tradicional callejuela de Ubrique quizá sea una de las más pintorescas.
Es un rincón escalonado que se adapta a la falda de la sierra que la ubica.
En ella parece que las plantas nacen de la propia roca.
Y es ahí precisamente, en ese florido aloe, donde está el motivo.
Un frágil pajarillo está libando en la Guindaleta, el dulce néctar de sus flores anaranjadas.
(Fotografías de Manuel Cabello)
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